LA SOMBRA DE LA CORRUPCIÓN ES ALARGADA

curso_master_derecho
Share on facebook
Share on google
Share on twitter
Share on linkedin

Esa “enfermedad” que ataca la dignidad de las personas, y que se agrava cuando además albergan cargos de representación o gestión de nuestros intereses, no deja de ser otro virus mas que asola a nuestra sociedad, y cuya vacuna parece no querer descubrirse; mas si cabe cuando quienes deben generarla y aplicarla tienen las manos manchadas, o bien protegen al de al lado, enfangado hasta el fondo por un comportamiento corrupto. La corrupción política, en términos generales, es el mal uso del poder público para conseguir una ventaja ilegítima, generalmente de forma secreta y privada. El término opuesto a corrupción política es transparencia. Por esta razón se puede hablar del nivel de corrupción o de transparencia de un Estado.

Todos los tipos de gobierno son susceptibles de corrupción política. Las formas de corrupción varían, pero las más comunes son el uso ilegítimo de información privilegiada, el tráfico de influencias, el pucherazo, el patrocinio, y también los sobornos, las extorsiones, los fraudes, la malversación, la prevaricación, el caciquismo, el compadrazgo, la cooptación, el nepotismo, la impunidad, y el despotismo. La corrupción facilita a menudo otro tipo de hechos criminales como el tráfico de drogas, el lavado de dinero, y la prostitución ilegal; aunque no se restringe a estos crímenes organizados, y no siempre apoya o protege otros crímenes.

Una situación de corrupción política sin restricciones se conoce como cleptocracia, término que significa literalmente «gobierno por ladrones».

A pesar de existir un amplio debate sobre cómo definir la corrupción, hay ciertos consensos en los elementos comunes que este fenómeno implica:

• El uso indebido del poder
• Beneficio irregular (no restringido al ámbito económico)
• Consecuencias multidimensionales

Como dijera el historiador granadino Alfredo Alvar «los mecanismos de la corrupción son universales» y se repiten a lo largo de la Historia, más allá de revoluciones y de cambios sistémicos.

«La corrupción conduce a la desmoralización colectiva, a la pérdida de valores, y esto se ve hoy en día. La gente se pregunta, ‘Si los de arriba se comportan así, ¿por qué voy a comportarme yo bien?’. La corrupción es inherente al ser humano», Según el autor, nuestro país acepta la corrupción e incluso la celebra como herencia de la picaresca española, y, de esta forma, alimenta la figura de los déspotas, de «perfectos ladrones» que incrementan su patrimonio usando malas artes, a costa del pueblo. «La aceptación de la corrupción, de la codicia, es una construcción cultural y, desgraciadamente, en España queda muy simpática”.

La corrupción dificulta que un país mejore en su economía, ya que favorece evita la competencia y la libre concurrencia entre proveedores en igualdad. Aumenta la sensación de injusticia y crea desafección de los ciudadanos a un sistema que pueden llegar a percibir como contrario o desapegado a los intereses generales. Naturalmente el sesgo de favoritismo aleja a muchas entidades y ciudadanos de condiciones de igualdad social y que en muchas ocasiones la sociedad sea privada de derechos y educación. Además supone una apropiación de recursos públicos en favor de una minoría corrupta.

Se dice que la mayoría de los políticos son corruptos, y lo son el poder corrompe, el exceso de poder hace daño cuando se tiene tanto poder se quiere más y más por esto hay que saber a quién se le da el poder, una persona que sea capaz de controlarlo y manejarlo. Es mejor tener que no tener. Es mejor estar del lado de los ganadores que en el de los perdedores. Estas ideas hacen parte de una mentalidad que creo es bien conocida por cualquiera de nosotros. Son tan solo una de las muchas características que hacen que nuestra sociedad inculque la corrupción en muchos de sus integrantes. Es la forma en la que se constituyo nuestra sociedad la que hace que la gente sea corrupta…

Llámanos o contacta a través del siguiente formulario: